Roque Rojas

Biografía del tercer y último Mesías Roque Jacinto Rojas Esparza Fundador de la Iglesia Eliasista de México

En este apartado mostraremos mes a mes, la vida y obra del fundador de nuestra iglesia, el Mesías del Tercer Tiempo, Roque Jacinto Rojas Esparza, conocido también como el Enviado Divino Elías,  el «Padre Elías», el «Pastorcito Elías» o como en su tiempo lo llamaban «Padre Roquito», «Tata Roquito» o sólo Roque Rojas.

Explicación de la fotografía tomada a Don Roque Rojas.

Como primera entrega de esta sección, mostramos una de las fotos de Roque Rojas, que más ha sido difundida y la cual él pidió le fuere tomada. Debe puntualizarse que el original de la foto es en blanco y negro y se encuentra en poder de la Imprenta Ramírez.

El licenciado Gregorio Baldomero Valadéz preguntó al Enviado Divino, si la foto que había solicitado le fuere tomada tenía algún significado y éste contestó, que esa fotografía sería la oficial de su retrato para la Iglesia, que el libro cerrado sobre la mesa significaba la primera era de Moisés totalmente terminada, el crucifijo en sus manos representaba que con su llegada, la segunda era cristiana de Jesús quedaba totalmente concluida y el libro abierto simbolizaba la tercera era fundada por Elías el prometido (el eliasismo), señalándola como el Sexto Sello del Reino de Dios en la tierra.

La corbata estola que lleva en el cuello es el símbolo oficial de la tercera era, la Cruz de Elías, el sillón donde se encuentra sentado tiene siete esferas de cada lado, unas son los Siete Sellos y las otras las Siete Iglesias[1] reveladas a Juan el Teólogo en el Apocalipsis, como el precursor del eliasismo y de la venida del tercer y último Mesías, en lo referente a la leontina del reloj que se encuentra dentro de su saco, la cadena superior representa a Dios el Altísimo y las tres que se desprenden de la superior, son sus enviados y los mensajes de los tres tiempos, el mensaje judaico, el evangelio cristiano y el mensaje eliasista, por último, el anillo de la mano izquierda es el Anillo del Gran Hijo del Sol, que usarán todos los que sean representantes de Elías sobre la tierra.

Introducción.

La biografía aquí presentada es una recopilación hecha por la Iglesia Eliasista de México, tomando como base las Memorias del Licenciado Gregorio Baldomero Valadéz (1er. Jefe de la Séptima Iglesia), Lucas Martínez (Sacerdote del Sello Quinto), Fernanda Trejo Jácome (1era. Guardiana de la Tribu de Judá y del Sello Séptimo) y Damiana Oviedo Suárez (2da. Guardiana de la Tribu de Rubén y del Sello Sexto), éstas últimas escritas por Pedro Alarcón Adame; personas que convivieron con Elías el Prometido y formaron parte de la Iglesia (para conocer parte de su obra  puede dirigirse a Ramificaciones); también se analizaron los “Datos Biográficos del Mesías Mexicano Señor Don Roque Rojas” (Imprenta Ramírez) publicados por el Sexto Gran Hijo del Sol y otros documentos que conforman el archivo de la Iglesia, mismos que se precisarán en el momento que sean citados; así como el libro «Una religiosidad popular, el espiritualismo trinitario mariano» de la Dra. Silvia Ortiz Echániz, editado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, que obtuvo el premio Fray Bernandino de Sahagún, en 1991, por dicho instituto. Cabe señalar que la mayoría de los hechos narrados sucedieron en territorio mexicano.

Historia de los antecesores de Manuel Rojas Cifuentes, padre de Don Roque Rojas.

En la tierra española (en los tiempos del virreinato en México) vivía el Conde de Machuca dueño de haciendas y de una gran fortuna, quien sólo tuvo un hijo, al que llamó Don Carlos Cifuentes. Su padre deseaba casarlo con una descendiente de la casa de Austria, pero el joven tenía otra idea, pues conocía al prestamista Abraham, rabino de la sinagoga judía del lugar, que tenía dos hijas, Abigail y Sara, todos oriundos de Palestina.

El Rabino Abraham maldice a los Condes Machuca y a sus hijas.

Don Carlos Cifuentes tuvo amoríos con Abigail y quedó embarazada, ésta al darse cuenta que estaba encinta de un hombre distinto a su credo, pensó en suicidarse, pero su hermana lo evitó. Carlos pidió aprobación de su padre para casarse con Abigail, pero en el lecho de muerte se la negó, ya que había planeado otra vida para su hijo, lo que originó que a la muerte de su progenitor, no asistiera al sepelio. El señor Carlos Cifuentes ante ese hecho, se convirtió en el nuevo Conde de Machuca y Barón del Altino.

El ahora Conde de Machuca y Abigail se casarón secretamente, viviendo en el castillo propiedad del esposo, junto con Sara quien estaba enamorada del marido de su hermana; a los pocos meses de nacido el primer hijo del matrimonio, Sara se lo robó y por medio de un hombre de sus confianzas, se lo entregó a su padre Don Abraham, quien lo degolló por no tener pureza de sangre judía. Ante tal atrocidad, Don Carlos Cifuentes mandó traer a Don Abraham, éste llevó consigo una Biblia en hebrero  y las Leyes Mosaicas, al estar ante la presencia de Don Carlos, le arrojó la Biblia en la cara y abriendo el levítico, maldijo a los tres (Don Carlos, Abigail y Sara) diciéndoles: “Yo sé que de nuestra raza y familia ha de venir un Mesías que nos ha de salvar; pero han faltado a nuestras leyes y la maldición hebrea caerá en los Condes de Machuca, hasta que venga a ese Mesías, por lo que en nuestra familia y los cristianos Cifuentes, caerá la maldición”, al decir aquello, Don Abraham cayó por un ataque de apoplejía y murió. A los pocos meses, también falleció Abigail, ante la tristeza de haber perdido a su hijo y a su padre.

Carlos Cifuentes tuvo matrimonio con Sara y procrearon un hijo, Francisco Cifuentes, Conde de Machuca y Barón del Altino. Por causas desconocidas, Don Francisco por orden del Rey de España perdió el título de Barón y fue desterrado a la nueva España; después de algunos años regresó y se casó en la tierra que lo vio nacer, teniendo un hijo, el señor Don Andrés Cifuentes Conde de Machuca, quien por órdenes de su padre radicó en la Nueva España.

Don Andrés Cifuentes y Doña Albina de Moncada, Condesa de Machuca.

Don Andrés Cifuentes Condes de Machuca, se casó en la nueva España con Doña Albina de Moncada, dando a luz a Dolores Cifuentes, (abuela paterna de Roque Rojas) siendo hija única; vivieron en la calle de Tacuba en la Ciudad de México (entonces la capital de la Nueva España).

Los nuevos Condes de Machuca, sabían que la abuela de Don Andrés no había sido española, sino judía y conocían la maldición que pesaba sobre ellos,  lo que platicaron a su hija Doña Dolores.

Al cumplir dieciséis años, el padre de Dolores Cifuentes la presentó ante la Corte Virreinal, donde la conoció Don Juan Moncada, Conde del Jaral y hermano de la esposa del Conde de Machuca, quien posteriormente solicitaría su mano en matrimonio.

Doña Dolores Cifuentes conoce a Don Pedro Rojas.

Ante el fallecimiento de un palafrenero de Andrés Cifuentes, el Conde del Jaral le recomendó a un artesano llegado de la Vieja España, oriundo de la provincia de Cataluña, el Señor Don Pedro Rojas (abuelo paterno de Roque Rojas), quien buscaba en la tierra mexicana una vida mejor.

El Señor Don Andrés, no empleó a Don Pedro Rojas como palafrenero, sino como carpintero, siendo éste su verdadero oficio; Doña Dolores le conoció al estar haciendo un trabajo para su casa, después de algún tiempo se enamoraron, hasta formalizar su noviazgo.

Don Andrés había dado un término a Don Juan para dar respuesta a la petición de la mano de su hija, mismo que culminó con la decisión de conformidad de los Condes de Machuca. Doña Dolores se opuso, alegando que no quería al que habían elegido como su consorte, sino que tenía compromiso con el joven carpintero venido de la Madre Patria, esto indignó a Don Andrés, quien despidió a Don Pedro Rojas y le pidió que no volviera a molestar a su hija, pues de lo contrario procedería en su contra de forma enérgica. Don Pedro se retiró de la casa de los Condes de Machuca, pero secretamente continúo viéndose con Doña Dolores.

Cuando ya estaba próxima la boda con el Conde del Jaral, Doña Dolores desapareció, lo cual fue comunicado al Virrey y de inmediato comenzó la búsqueda. Don Pedro y Doña Dolores, se fugaron y casaron secretamente, pero después de un mes dieron con ellos; a pesar de la insistencia del Conde de Machuca de anular el matrimonio, la señora Dolores se negó a dejar al que ahora era su marido, lo que originó que Don Andrés la expulsara de su casa, tanto fue su desdén, que la desheredó, entregó todos sus bienes al Virreinato y a las comunidades religiosas, de Franciscanos, Dominicos y Jesuitas y al morir no quiso volver a verla, muriendo con éste, el último Conde de Machuca.

La vida de los Rojas Cifuentes no fue llena de opulencia, Don Pedro y su familia vivieron de su oficio de carpintero y radicaron en la Ciudad de México, durante nueve años estuvieron en el pueblo de Coyoacán por cuestiones de trabajo.

Del matrimonio de Don Pedro Rojas y de Doña Dolores Cifuentes de Rojas, nacieron una mujer y un varón. La mayor se llamó Engracia y el menor Manuel (padre del Enviado Divino ), ambos de apellidos Rojas Cifuentes.

Historia de los antecesores de Dolores Esparza Ortega, madre de Don Roque Rojas.

Dentro del pueblo Otomí (pueblo indígena de México que se asentó en el centro del país) se encontraba un sacerdote del Templo del Sol, de nombre Xicolat o Xhicolab, éste tenía una hija que se llamaba Papazith y un varón llamado Xocalth. Xicolat ordenado por el Dios Sol escribió el Códice Xilitla o Xhilitla, en el que prometía mandar algún día a su verdadero hijo, que nacería de una mujer pálida salida de la luna y que sería el salvador de la raza pálida; dicho códice después de una ceremonia ritual fue entregado a Xocalth.

A la muerte de Xicolat, cinco generaciones pasaron y todas guardaban la esperanza de la llegada del salvador de la raza pálida, el verdadero Hijo del Sol prometido. Dentro de los descendientes del Sacerdote del Sol se encontraban Don Francisco Juan y  Doña María Juana, pareja otomí de raza pura, que vivían en la Hacienda de Don Luís Esparza y Doña Sofía Ortega de Esparza, en el pueblo de San Francisco Magú, Estado de México, quienes se piensa también eran otomíes.

El mayordomo principal de la Hacienda era José Fernández, criollo casado con una mestiza, mismo que en cierta ocasión, mandó a azotar a Don Francisco, causándole la muerte, quedando María Juana viuda y encinta. Como quinta generación de la estirpe otomí, nacería en un día viernes santo, Dolores Isabel Esparza Ortega (madre del Divino Enviado), hija de María Juana; el nombre de Dolores se le puso por el día de nacimiento (viernes de dolores),  y sus apellidos por los esposos Esparza, quienes la recogieron al nacer y la adoptaron, pues su madre murió en el parto.

Del Códice Xilitla o Xhilitla poco se sabe, sólo se tiene noticia de su existencia a través de narraciones históricas, las cuales coinciden en esencia que el siguiente fragmento es parte de su texto:

«Una mujer india pálida saldrá de los rayos de la luna y se vestirá con los rayos del sol y esta mujer parirá un hijo que se llamará el verdadero hijo del sol, quien también por otro nombre será el hijo del hombre en la tierra y será el salvador de la raza mexicana y pálida».
En otras publicaciones se describe que después de la citada frase se lee:

«y para saber quién es el salvador, llorará tres veces en el vientre de su madre en la luna llena y el ave sagrada llegará a cantar sus trinos anunciando su fecundidad y su alumbramiento».
Se piensa que el códice fue escondido para evitar su destrucción.

Historia de la madre del Enviado Divino antes de conocer a Don Manuel Rojas Cifuentes.

Durante el nacimiento de Doña Dolores Isabel Esparza Ortega, salió la luna llena y un pájaro nocturno cantó (el ave de los indios tristes, también conocido como «Saltapared»); antes de morir Doña María Juana en el parto, les dijo a los Esparza que ella era descendiente de Xicolat, el sacerdote del Templo del Sol y que de su hija nacería el verdadero Hijo del Sol, como lo decía “El Códice Xilitla”, les suplicó que cuidaran de ella y que a una edad adulta le hicieran saber esa promesa.

El nombre de Dolores fue elegido por los Esparza, quienes velaron por su educación enviándola al Convento de las Carmelitas Descalzas; antes de profesar como monja del convento, tuvo seis meses de prueba en la casa de sus padres, durante ese lapso, conoció a Don Manuel Rojas Cifuentes.

Historia del padre del Enviado Divino antes de conocer a Doña Dolores Esparza Ortega.

El matrimonio Rojas Cifuentes fue de largos años, hasta el fallecimiento de Don Pedro, quedando viuda Doña Dolores con dos hijos, Engracia y Manuel Rojas Cifuentes. Siendo joven Don Manuel y teniendo carencias de recursos económicos, su madre pidió que fuera recibido como sacristán en el Convento de los Frailes Dominicos, quienes lo aceptaron y ocuparon para que fuera el mensajero y correo del convento, por su destreza el ministro superior de la comunidad deseó que fuera lego, sin embargo, esto no sucedió.

Doña Engracia se casó con Don Casimiro González en México; ambos y la señora Dolores, se fueron a vivir al pueblo de Zumpango de la Laguna, Estado de México, del cual era oriundo Casimiro. El matrimonio González Rojas no tuvo descendencia; a la muerte de Doña Engracia y pasado un año y medio, el señor Casimiro se casó con la prima de su esposa Doña Julia Jácome y Moncada, con la cuál tuvo tres hijos, dos mujeres y un varón, Lucía, María del Refugio y Juan González Rojas.

Después de tres años de vivir en Zumpango murió la señora Dolores de reumatismo, estando presente Don Manuel sólo para recibir su bendición en el lecho de muerte; posteriormente al fallecimiento de su madre, Don Manuel sólo estuvo un mes en Zumpango en compañía de su hermana y de su cuñado, volviendo a México a su cargo de sacristán y mensajero del convento de los Frailes Dominicos. Dentro de los encargos a Don Manuel se encontraba llevar cada semana verduras de los Dominicos al convento de las Carmelitas Descalzas, entregándolas en el torno (se piensa que el torno era para madera), donde conoció a Doña Dolores Isabel Esparza Ortega.

Historia de los padres de Don Roque Rojas.

En cierta ocasión, Don Manuel llevó verduras al Convento de las Monjas Carmelitas Descalzas, mismas que debía entregar en el torno, al recibírselas la tornera, conoció a una novicia (Doña Dolores Isabel Esparza Ortega) que se despedía de ella y conversaban de lo que tenía que hacer durante los seis meses que saldría del convento para ser ordenada monja carmelita, al terminar la plática, tocaron a la puerta del torno y entraron dos ancianos, los cuales eran los padres de la novicia arrojándose ésta a sus brazos.  Al salir Doña Dolores del convento le dio vértigo, Don Manuel presuroso la sostuvo entre sus brazos, lo que originó una amistad con ella y sus padres adoptivos que le confesaron donde vivían y que eran muy pobres, porque todo lo habían dado para la dote del convento carmelita, ya que su hija quería ser monja (al saber el nombre de Dolores, Manuel quedó profundamente emocionado recordando a su difunta madre), la relación se fortaleció, hasta convertirse en amorosa. Cumplidos los seis meses, la novicia tenía que regresar al convento, cosa que no sucedió, pues Don Manuel la pidió en matrimonio, concediéndole su mano sus padres adoptivos. Don Manuel Rojas dejó de ser sacristán y comenzó a trabajar en el comercio, llegando a obtener una pequeña fortuna; el 30 de julio de 1810[2], se casó con Doña Dolores Esparza. En ese año inició la independencia mexicana de la corona española, en el pueblo de Dolores por el cura Don Miguel Hidalgo y Costilla.

Nacimiento del Enviado Divino Roque Jacinto Rojas Esparza, Elías el Prometido.

En el año de 1812, el criollo Don Manuel Rojas Cifuentes y su esposa la otomí Doña Dolores Esparza Ortega, vivieron en la calle del Indio Triste N° 8 (hoy Correo Mayor), de la Ciudad de México, con gran preocupación, porque hacía dos años había iniciado la guerra de independencia. Doña Dolores estaba encinta y muy admirada porque durante el embarazo aseguró que tres veces había llorado en su vientre su hijo, cuestión que según sus antepasados sucedería con el prometido, pues se había profetizado que lloraría tres veces en luna llena; por otro lado, Don Manuel Rojas, sabía que pesaba una maldición sobre su familia y una noche, en medio de un sueño oyó una voz muy lejana que le decía “pronto vendrá el que quitará la maldición de tu familia, vela y ve a tu mujer”, Don Manuel despertó sobresaltado y no lo tomó en serio, pero en dos ocasiones más volvió a tener el mismo sueño, lo que comunicó a Doña Dolores junto con el desencuentro entre el Rabino Abraham y sus antecesores los Condes de Machuca, confesándole ésta el contenido del Códice Xilitla y que era descendiente de Xocal, el sacerdote del Sol. Ambos ya conocedores del origen de sus familias esperaron ansiosos el nacimiento, pensando que vendría el prometido salvador por la parte indígena y por la parte judía, pues siempre conservaron y respetaron sus tradiciones religiosas.

El 16 de agosto de 1812, cerca de las tres de la mañana [3] estando la luna llena, en la calle del Indio Triste N° 8, el ave de los indios tristes llegó hasta el aposento de Doña Dolores y en su ventana cantó tres veces, poco después comenzaron los dolores de parto, la comadrona (partera) de nombre Doña Flora Gómez, fue llamada por Don Manuel Rojas, para que asistiera a la mujer que iba a dar a luz. Doña Dolores comenzó a sentir más agudas su dolencias y a las tres de la mañana vino el alumbramiento de Don Roque Jacinto Rojas Esparza, Elías el prometido según las sagradas escrituras, el verdadero Hijo del Sol según el Códice Xilitla y el hijo del hombre según la Ley de Dios, que vino a fundar la Iglesia novia, la iglesia del Dios Vivo. Cuando el niño nació, su cuerpecito era un ascua de luz que iluminó todo el aposento, como si fuera un sol brillante. La madre contempló lo luminoso y brillante que era su hijo, verdaderamente admirada. El niño comenzó a llorar, sin embargo, la sorprendida mujer no lo tomaba en sus brazos sólo lo apreciaba atónita, el resplandor del cuerpo del último Mesías duró aproximadamente media hora desapareciéndose paulatinamente, momento en el que Doña Dolores cariñosamente lo tomó entre sus brazos, de manos de la partera y le amamantó, hasta que al poco rato el pequeño niño se quedó dormido.

El bautizo del Enviado Divino Roque Jacinto Rojas Esparza, Elías el Prometido.

El Señor Don Roque Rojas fue bautizado en el Templo de la Soledad de Santa Cruz Acatlán de la Ciudad de México, el mismo día de su nacimiento, siendo esa alba esplendorosa, con un sol radiante. Sus padrinos fueron Don Juan López Montiel y Doña Carmen Ortiz de López Montiel, quienes asistieron en compañía de Manuel Rojas; salió a recibirlos el sacerdote Don Filogonio Quezada, quien era muy afecto a los animales, por lo que en el patio de la iglesia habían muchas palomas torcases, que andaban volando de un lado a otro; condujeron los padrinos al niño a la pila del bautizo, y al derramarse el agua en su cabeza, una de las palomas voló hacía la pila bautismal, se posó en el filo, y para gran sorpresa de los presentes, comenzó a cantar, más grande sería el asombro de los ahí reunidos, cuando al ponerse los óleos (el sacramento) sobre el niño, la paloma se posó sobre su cabecita y ahí volvió a entonar sus cantos, grande fue la maravilla que los dejó estupefactos, y enseguida, el ave inclinó la cabeza y voló de ése lugar hacía el patio.

Una vez regresado al domicilio donde nació Don Roque Rojas, es decir, la calle del Indio Triste N° 8, cuando todos estaban brindando por el primogénito del matrimonio Rojas, a la puerta del comedor, llegó el ave de los indios tristes (más conocida como la saltapared) y entonó tres veces sus trinos.

[1] Los Siete Sellos o las Siete Iglesias, se interpreta que los primeros son para el derecho y las segundas para el izquierdo.

[2] El Licenciado Gregorio Baldomero Valadéz y Lucas Martínez, coinciden en que el hecho sucedió el 30 de julio de 1810.

[3] Lucas Martínez en sus memorias asevera que el nacimiento acaeció a las tres de la mañana, lo que tiene sentido pues todos y cada uno de los acontecimientos narrados encajan con la hora señalada, además de que el ave de los indios tristes o Saltapared canta de manera regular en la madrugada y el alba. Para mayor información consultar  http://www.ine.gob.mx/publicaciones/libros/329/saltaparedes.html.